domingo, 26 de diciembre de 2010

Presentemente.

Hay mil maneras de demostrar el amor que se siente hacia una persona.
Yo lo hago de la mejor manera que sé: escribiendo.
No hay un punto exacto en el que se termine este extraño sentimiento que embarga todo cuanto nos rodea. No existe un apogeo desde el cual se vaya a apagando el fuego que tenemos en nuestros corazones. Estamos estáticos, refulgiendo bajo la luz que nosotros mismos producimos con el ardor de la pasión. Inmóviles, bajo un manto de estrellas que cubre nuestros temores convirtiéndolos en pasado. No hay objetividad en nuestras palabras y sentimientos cuando charlamos extasiados, ahogándonos en amor. No hay prisa en nuestros pasos mientras caminamos uno junto al otro. No hay malicia en nuestras críticas compartidas, en las que aclaramos con sencillez y pinceladas aquellos aspectos que nos vuelven locos del otro. Y siempre ocurre lo mismo. No hay palabras para explicar que esos aspectos que me vuelven loca junto con el resto de las características que forman tu aura, son las que me mantienen enamorada de ti.
Día tras día, momento tras momento, sin importarnos realmente el paso del tiempo, ya que no lo notamos. Una compenetración casi sobrenatural para dos almas tan absolutamente distintas. Nos complementamos, nos salvamos de la agonía, nos protegemos de los errores.
Por todo ello, debo decirte que no tengo miedo a lo que pueda pasar en un mañana.
Yo te quiero ahora. Y me basta con que tú hagas lo mismo.

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