sábado, 24 de septiembre de 2011

World Wide.

Comienza la rutina de nuevo, día tras día, momento tras momento, todos igual de monótonos y aburridos. Es esa sensación de que el mundo te viene pequeño, de que nunca tienes suficiente, esa necesidad de más y mejor, de algo que te llene y satisfaga.
Nuevas culturas, nuevas personas, nuevos lugares, nuevos amores. Todo son cambios, todo son emociones, no hay nada eterno en esta vida, todo es volátil. El dolor desparece más despacio de lo que llegó y la felicidad se evapora con la misma rapidez con la que apareció. En esta existencia todo es mortal y humano, tiene un fin, tiene unos límites.
Y aún así, tenemos todo un mundo de posibilidades que dan la impresión de no acabar nunca, tienes un mundo lleno de sabores y colores por descubrir, un mundo entero para ti, al que perteneces, así que, ¿por qué limitarse a probar sólo una cucharada de un plato rebosante de ingredientes?

lunes, 19 de septiembre de 2011

Night Terrors.

Cierras los ojos y permites a esa terrible oscuridad ceñirse sobre ti para finalmente derrotarla, para permitirle plantarte cara y ganarle en la batalla final, para vencerla en una guerra pública. Ya no puedes ignorarla por más tiempo, te persigue, forma parte de ti, te ciega a lo que amas y te muestra sólo el terror de vivir.
Por eso decides permitirle arañarte, para poder aplastarla con tus ganas de sentir, de ser feliz.
Pero una vez que ha comenzado a atacarte, no se detiene. Te hiere por todos los flancos, hace que tropieces, que caigas. Te das cuenta de que era mucho más fuerte de lo que pensabas, no sabes cómo salir de ella, cómo lograr escapar de sus garras. Te refugias en tu interior, creyendo de manera errónea que allí no podrá tocarte. Pero te hunde, te machaca, se burla de tus errores, no te deja continuar. Todo da vueltas y vueltas y vueltas y nada tiene sentido, sólo eres consciente de ese dolor horrible que ha hecho un apacible nido en tu alma.
Te consumes, te conviertes en cenizas, ves cómo mueres lentamente, como te calcinas en dolor.
Pero de repente, cuando ya has perdido toda esperanza, encuentras a alguien que te saca adelante. Te levanta, te empuja y te obliga a luchar, a ganar. Y tú, sin saber muy bien cómo, luchas, porque esa persona te lo ha pedido. Y batalla tras batalla, derrota tras victoria, acabas ganando la dura guerra. Levantas la mirada para agradecerle con todo lo que eres a esa persona el haberte salvado; pero sólo aparece una sonrisa en tus labios, correspondida con inmensidad.

viernes, 16 de septiembre de 2011

La búsqueda de la felicidad.

La ausencia de la felicidad no es la tristeza. La ausencia de la felicidad es simplemente eso, ausencia, vacío. No me siento especialmente desafortunada, ni si quiera tengo complejos sobre mi aspecto y mi forma de ser. Soy yo, y nadie va a cambiar eso, ni siquiera yo misma.
Lo único que ocurre, lo único que me perturba, es esa monotonía, esa rutina aburrida y repetitiva que transforma las horas en días y los días en años. No te deja cambiar, desarrollarte, extender tus horizontes hasta más allá. No te permite innovar, aprovechar o mejorar.
¡Quiero volar! Quiero ver más allá de lo imaginable, quiero aprender a saborear la comida con los ojos. Quiero aprender a soñar con los ojos abiertos, a construir castillos en el aire, a luchar por lo imposible, a mejorar la vida de los que me rodean, a cambiar rutinas y romper moldes. Odio que me califiquen como del montón. Yo no soy como tú, yo soy alguien completamente diferente a ti, un bicho raro si lo deseas, alguien que se mueve por otra onda, alguien anómalo, para bien o para mal.
Si mi felicidad se encuentra bajo un manto de lava, excavaré con mis manos desnudas sólo para encontrarla, sin importar las heridas de guerra que queden plasmadas en mi cuerpo tras mi búsqueda. ¿Cuál es el objetivo de esta vida? ¿Y el mayor reto?
La respuesta a ambas es sencilla: ser feliz.
Y he de admitir que a mí me encantan los retos.