sábado, 10 de marzo de 2012

Autodestrucción.

Lo he intentado cientos de veces, pero no puedo dejar de luchar. Lo he tratado de hacer por activa y por pasiva, he intentado enfocarlo desde mejores y peores puntos de vista, de hacerme sentir mal para que fuera fácil abandonarlo, pero soy incapaz de rendirme incluso cuando yo misma no creo en mí. Durante un tiempo creí que lo había logrado, que había logrado rendirme, pero ¿a quién engañaba? En cuanto me recuperé un poco del dolor mi corazón volvió a ponerse en esa dirección y supe que seguiría luchando hasta el final, porque había perdido una batalla, pero mi guerra no había terminado.
La energía me recorre veloz por mis venas, cosquilleándome a su paso, haciendo que me corazón lata más y más, dándome la vida a la vez que me roba la objetividad. Lucho hasta que me consumo a mí misma, soy mi propia destrucción, mi mayor peligro, pero no puedo dejar de continuar, de dejar de creer en mí, de necesitarme, a pesar de que me he roto el corazón cientos de veces, pero me lo he vuelto a recoger y he salido más fuerte de la oscuridad, he logrado superar los miedos y he desarrollado un macabro arte para sobrevivir.

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